Por la revitalización democrática y una nueva cultura cívica

Estos últimos 35 años de normalidad democrática han erosionado sensiblemente el nervio afectivo que debería unir a los ciudadanos con las instituciones. El debate actual obedece a dos causas coyunturales. La crisis institucional que acompaña a la económica y el cuestionamiento de la capacidad del sistema para salir de ella.

No podemos olvidarnos de la corrupción. El abuso de poder y enriquecimiento ilícito por parte de algunos responsables políticos han sumido a la ciudadanía en la desesperanza. La razón última de tanto desapego, se encuentra en la incapacidad de la política para integrar en el orden establecido nuevos anhelos, ilusiones y proyectos propios de generaciones y tiempos.

Para las generaciones más jóvenes vivir en democracia no tiene ningún mérito especial, ha llegado la hora de ser más permeables a la crítica y de ejercitar más allá de las palabras la autocrítica. La falta de transparencia en la actuación de los poderes públicos y en muchos comportamientos de los partidos políticos provoca distanciamiento y falta de compromiso con lo público. La participación política residenciada exclusivamente en comicios periódicos no satisface en modo alguno las aspiraciones y los compromisos políticos de la ciudadanía.

Los socialistas y las socialistas sólo seremos creíbles si efectuamos propuestas que se correspondan con una sincera y férrea voluntad de mejorar la calidad de la democracia. Se acumulan generaciones de hombres y mujeres que han crecido y vivido en libertad, que consideran con derecho a decidir libremente su destino, que reclaman ser protagonistas del presente.

Los casos de corrupción han empañado el honesto ejercicio del servicio público. La confusión interesada entre bipartidismo y partitocrácia, la propuesta de listas abiertas y sistema proporcional puro con una única circunscripción electoral no casan bien con la exigencia de mayor vinculación entre ciudadanía y representante.

Los socialistas debemos de proponer soluciones concretas, que identifiquen claramente cuáles son los fenómenos a los que se quiere hacer frente. Más control, más transparencia, más participación, más representación y más responsabilidad. Las medidas que se proponen a continuación están estructuradas en tres bloques fundamentales: Transparencia y lucha contra la corrupción; Reforma de los partidos políticos; y Reconversión institucional.

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